Las Instituciones, Asociaciones y Personas firmantes de este Manifiesto, pertenecientes a distintas ideologías, credos, clases y procedencias; pero con el vinculo de sentirnos inequívocamente castellanos y amantes de nuestra tierra, deseamos exponer las siguientes reflexiones ante la generalidad de nuestro paisanaje y sobre todo ante quienes tienen tareas de responsabilidad en las distintas Instituciones:
- Castilla es una entidad política con una identidad propia, avalada por una historia milenaria y una cultura reconocida universalmente, que posee unas peculiaridades sociales especificas que necesitan de un urgente reconocimiento legal dentro del actual marco político.
- El reconocimiento político de Castilla, no solo es un acto de estricta justicia, sino también una necesidad en orden a la correcta estructuración del Estado y a la armoniosa relación entre todos los pueblos peninsulares.
- Las Instituciones de las diferentes Comunidades Autónomas de origen castellano, junto con el Gobierno Central, deben esforzarse por establecer los mecanismos de coordinación idóneos para abordar la solución de problemas económicos, sociales y culturales de raíz común a todos los territorios pertenecientes a las Regiones históricas de Castilla La Vieja, Castilla La Nueva y León.
- La unidad de población y organización tradicional de la vida en Castilla ha sido la Comarca. Sin embargo, muchas de las Comarcas castellanas están divididas o anuladas por la actual organización Provincial. Pensamos que los poderes públicos deben adecuar y potenciar dichas unidades naturales de la vida comunitaria.
- Es preciso que los medios de comunicación social y las instituciones educativas, en calidad de investigadores y transmisores de nuestra realidad, conozcan y den a conocer la problemática de nuestra tierra, no sólo entre nosotros, sino en todo el ámbito del Estado.
- La perdida de Castilla como entidad social, cultural y política supondría un menoscabo de la España plural que deseamos y empobrecimiento del proyecto Europeo en construcción, lo cual supondría un error que las generaciones venideras difícilmente perdonarán.
Madrid a 7 de Octubre de 1998